miércoles, 12 de octubre de 2011

Arts pour la fin du temps I: La historia del cuarteto.

Para empezar ante todo reconocer que el agregado pour la fin du temps supone un préstamo tomado de la ambigua obra  Quatuor pour la fin du temps del músico y ornitólogo francés Olivier Messiaen; así como un homenaje a las difíciles circunstancias que rodearon su proceso compositivo y, sobre todo, su acertado título.


Pero antes de contar la historia de este cuarteto preguntemos: ¿Cuáles son las artes pour la fin du temps? Soy consciente del trasfondo apocalíptico que se desprende de este concepto, así que mucha gente posiblemente comenzará a visualizar imágenes catastróficas como las de las películas de sobremesa (ya sabéis tsunamis sobre Nueva York, volcanes en Los Ángeles, crisis nucleares, etc). Pero nadie habló todavía de artes pour la fin du monde, sino de les temps; siendo el mundo (al cual lo dejaremos por ahora donde está) un factor espacial y el tiempo uno cronológico, pudiendo ser a su vez este factor visto de una forma científica como la cuarta dimensión o, he aquí nuestro interés, más sociológicamente como organizador histórico o artístico-estilístico. Así mismo la primera prueba que expongo del final de los tiempos será que desde 1789 vivimos en la época contemporánea y así seguirá siendo por los tiempos de los tiempos, por lo tanto para empezar el arte pour la fin du temps será necesariamente contemporáneo.


Aunque sobre todo las artes pour la fin du temps llevan implícito un sentimiento de crisis y decadencia, de una obra procesada en el interior de una sociedad agonizante y terminal; ya siendo un arte que sirva como vehículo de protesta hacia esta sociedad o, tal vez, un arte como delirio mismo de esta sociedad decadente. No siendo extraño por lo convulso de las circunstancias del proceso de creación las ambigüedades semánticas y las diferentes lecturas, como ocurrirá en la siguiente historia:


Estamos acostumbrados a asociar comportamientos extravagantes y excéntricos en los artistas a la hora de la creación, Olivier Messiaen no era uno de estos. Compuso su Quatuor pour la fin du temps en el invierno de 1941 en el campamento de prisioneros de guerra alemán Stalag VIII A cerca de Görlitz, donde estaba cautivo tras ser capturado cuando ejercía como camillero. Cualquiera alcanza a entender lo lógico del título en tales circunstancias compositivas, lo que además iría unido a una cita al principio de la partitura haciendo alusión al Apocalipsis según San Juan: "En homenaje al Ángel del Apocalipsis que levanta su mano hacia el cielo diciendo: Ya no habrá más tiempo."


Se trata de una composición para violín, violoncello, clarinete y piano (sustituyendo la viola por el clarinete ya que era de lo que disponía), expuesta en ocho movimientos y con un carácter dominantemente religioso; siendo su principal innovación la descomposición del tiempo tradicional. Descomposición del tiempo que se produce en el paso de una jerarquización rítmica ya sea binaria o ternaria como es usual en la música occidental tradicional, a un sistema de combinación de valores largos y breves de una forma más similar a lo que sería los ritmos créticos de la antigua Grecia o los deçi-talas hindues. Aquí se nos muestra la gran ambiguación del doble sentido del título que se refiere a la fin du temps o, lo que sería lo mismo, al fin del tempo musical tradicional. Pero esta ambigüedad claro que no pretende ser casual, ya que dentro de un cambio histórico-temporal siempre habrá uno estilístico, la II Guerra Mundial cambio el mundo y el Quatuor pour la fin du temps cambió el tiempo.



    

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