martes, 18 de febrero de 2014

Žižek y el trompista charcutero.



Dicen que "sé tú mismo" es el peor consejo que le puedes dar a una persona, y en efecto, es un estúpido cliché hiperexplotado por el cine de superación personal hollywoodiense y la literatura de autoayuda; o sea, los buen rolleros optimistas. Supongo que algo parecido pensarían en su día del "gnóthi seautón" que (para los de la LOE) no es ni élfico ni klingon sino "conócete a ti mismo" en griego antiguo y sí, además de la práctica sexual también hay un idioma que se llama griego (para los de la LOMCE si queréis saber que es un griego preguntárselo a vuestro profesor de religión).

Pero la versión griega de la autoayuda tiene más verdad, no puedes ser tú mismo sin previamente conocerte, aunque sea un poco. Y en esta obsesión del "quiero ser" se encuentra uno de los traumas primigenios del hombre: la autodefinición (la madre del postureo). Así en línea recta desde el horáculo de Delfos pasando por Lacan y llegando a Žižek encontramos la teoría del "sujeto histérico", histérico por no saber quién es. Una duda que a primera vista podríamos traducir en la pregunta: ¿Quién soy? Pero no, craso error, somos animales sociales y, por lo tanto, se traduce en: ¿Qué piensan los demás que soy?

Si esta pregunta es difícil de contestar de por sí, más aún hoy con las situaciones personales surrealistas a las cuales nos llevó esta deriva económica. Porque los tiempos no nos acompañan, y podemos ser interdisciplinares, transversales, multiculturales, pluriempleados o sobretitulados; pero también unos muertos de hambre.
                                                                       
                                                                                     

                                                                            A Lucas, charcutero de día/ trompista de noche.